Las pestañas no pueden ensombrecer tu luz chispeante,
tu luciérnaga incesante.
Escribo con la fe de un necio, con la indeleble convicción de un caminante perdido.
Y en el reloj, las horas temerarias del amanecer, se funden con el deseo y la impostura.
Madrugo para ensimismar a los que huyen de los sueños, a los
que rebuscan en el ayer.
La luz son restos de cenizas viajeras, argumentos extraídos del mañana.
Y más abajo, vidas que me ignoran, vidas que saben de mí, pero no de mi canción.
JulioElpuente