Lo que un día fue piedra y
cartón se ha convertido
hoy en venas, músculos y
latidos.
Lo que no me sirvió para nacer
ni vivir, me sirve hoy para
no odiar ni renegar.
Lo que fue sueño y lejanía,
se convierte hoy en estupor
y necesidad.
Véndeme el cielo y regalaré
la tristeza y el temor.
Obséquiame con la dulzura
y devolveré a su envoltorio
la ingenuidad y la desidia.
Luego, más tarde, cuando
los brazos acaricien y la
lengua inocule vida,
podrás ver como florecen
entre mis dedos
la pasión y el amor.
JulioElpuente