Mi fe es la de una remota luz, la de un estruendo perfecto.
Bebo del gorgoteo de una fuente inmaculada, de un riachuelo mágico.
A mis pies los guía un ejército de ciempiés risueños,
una columna de gacelas portentosas.
Amo a los que saben perdonar,
perdono a los que desean amar,
envidio a los que aman sin pensar.
Mi final será como el de esa luz caprichosa.
Rebotará aquí y allá y dejará marca en algún corazón hambriento.
JulioElpuente