Escribo para ti.

Escribo para ti y deseo

que arrojes mi alma a

tu fuego y después, con

sus cenizas, edifiques

un templo para la dulzura

y el placer.

Escribo para que te 

abandones a mis deseos, 

para que eligas entre la cadencia de mis latidos 

y la calidez de mis 

brazos.

Escribo para que tu

sonrisa, esa que ahora,

lo presiento, adorna tu

hermosura, discurra entre

aromas a jazmín  y 

leyendas de amores

imposibles.

Escribo para que tus

recuerdos se conviertan

en presente y futuro,

para que tu imaginación

me convierta en paladín

de tus andanzas,

para que tus sueños

sean restos de mi piel.

Escribo, en fin, para que

esa canción que adoras,

que añoras, contenga

algún retazo de mí,

alguna brizna de mi

amor.

JulioElpuente

Tu horizonte.

Camino hacia el horizonte de tu ternura, de tu alegría,

pero, cada metro que recorro, 

tu ternura, tu alegría, se mantienen, inmutables, 

a la misma distancia 

de mis manos, de mis labios. 

Déjame acercarme a esa

realidad envuelta en belleza, 

a esa bondad rodeada de luz.

No permitas que mis pasos sean eslabones perdidos en la oscuridad, crueles y vanos retazos de un amor desconocido.

Permíteles que conozcan el arcoiris de tu sonrisa,

el sol que nace de tu calor, 

la aurora que te trae a mí 

cada mañana. 

JulioElpuente 

Regálame tu perdón. #1

Mi condena es el viento

salado, mi destino;

el de la fe incorrupta.

Lamieron mis manos las

pasiones y los delirios,

esquilmaron mis miedos

la ternura y la risa.

Acércarte con esos ojos de

terciopelo ardiente,

regálame tu perdón y tu

misericordia.

Cuando nadie nos vea, 

cuando nadie nos presienta,

uniremos nuestras sonrisas

en un escorzo imposible.

La carroza de mis delirios,

la de los níveos corceles,

te llevará, más allá del

del horizonte ignoto;

a la tierra del placer y la

ventura.

JulioElpuente 

Los versos no escritos.

Quiero conocer los versos
no escritos.
Los de las sales y los
arrebatos,
los de los vicios y las
luciérnagas,
los de los borbotones y los
amores.
Aquellos que no mentían
ni herían,
que sabían a olores y a
fulgores,
que llenaban almas y
erizaban vidas.
Quiero conocerlos para
olvidarlos y, después,
cuando no sueñe,
recordarlos.

JulioElpuente

Tu piel.

Tu piel hierve entre mis brazos, y yo no me resisto a tus murmullos. 

Tus labios se recrean en mí, 

y mi piel se rinde a esa comezón singular. 

Tus besos empapan mi alma,

la convierten en un ser cristalino,

en una crisálida fervorosa, 

en un festival de sonrisas.

Tus pechos, 

volcanes de marfil, 

dinamitan mi fragilidad, 

desenmascaran a este vulgar corazón. 

Tu espalda es la razón 

de los desesperados,

la esperanza de mi letargo, 

el resplandor más cegador.

JulioElpuente 

Labios mordidos.

Ha crecido un valle tras
las cuencas de mis ojos.
El viento ha silbado una
canción de amor y risas,
de ingenuo sentido.

La joya intratable me
mira desde su atalaya,
desnuda mi descaro,
roza con picardía la
guitarra de mi piel inexplicable.

Muriendo como un efebo fugaz,
como un jardín sin hojas,
como un destino sin memoria,
como un inútil minuendo.

Hacer cosas sin querer.
Dejar huella en la antología de tus besos. Sufrir sin regalar lágrimas.

Labios mordidos,
desnudos y balsámicos
como el amanecer,
sabrosos como el olor a vida,
devastadores...medidos.

JulioElpuente

La medida exacta de las palabras.

La pulpa esconde el dulzor

de los labios,

la medida exacta de las palabras.

Soy pariente de un amor desnudo,

hermano de un porvenir cercano.

Todos estos ardides de poeta loco, 

todas estas variopintas añagazas,

son, únicamente, mosaicos incompletos.

Tengo tus pechos hendidos en mis sienes,

tu mirada envuelta en los sabores de mi lengua,

tu sonrisa alada revoloteando entre mis muslos.

JulioElpuente 

Subir a tu cielo.

Subir a tu cielo,
esconderme tras tu
sombra inspiradora.

Ningún ayer será más
bello que tu presente;
nada acariciará como
tu temblor.

Todo lo que fue soñado de
espaldas a la pared.
Todo lo que ardió entre
las piernas.

Caminaré descalzo sobre
tus pupilas,
viviré bajo tus pies de
princesa oriental.

Ven, decide tú mi mirada,
destróname de esta
apariencia marchita.

JulioElpuente

Mi poesía.

Mi poesía inunda con
una sola gota,
desviste con una
impía mirada,
ciega con una
amable brisa,
repta por la espalda
húmeda,
resbala por el rosado
pómulo,
renueva el vestuario
de la piel,
despierta colores en
la nuca,
hace de la noche un
mundo mejor.
Colecciona rictus y
sonrisas,
declama y delata,
recibe y arropa.

Mi poesía soy yo.

JulioElpuente

Sé de un silencio fiel.

Sé de un silencio fiel, convencido, uno enmarcado en las estrellas.

Sé que existirá un modelo tenaz, elegante.
Sé que descansaré sobre helechos mullidos, alegres. 
Sé que puedo transformar el amor en luz.

Atrás quedarán el dolor y la angustia, la tristeza y la desazón. 

Este camino se abrirá paso entre soles sonrientes y vegas doradas.

JulioElpuente 

Episodios de luz infinita.

Sentado en la terraza junto

al mar, veo despertar al

oriente.

Mis piernas, doradas y exiguas,

se arrullan mutuamente.

El café humeante desata

aromas arrogantes, leoninos.

Mis ojos, cercenados por

el resplandor, deambulan del 

añil a lo rojizo.

No existe la nada a mi alrededor,

no existen la soledad ni la

codicia.

El arrullo encadenado de las

olas, me transporta al

hogar lejano,

a la memoria de lo que pudo

ser.

Son momentos auspiciados

por el azar,

pero también son vidas

vividas en un instante,

episodios de luz infinita.

JulioElpuente