Roma.
conciencia invencible y tragicomedia de andanzas
delirantes.
Convertí mi corazón en
mirada y desenmarañé
cuerpos enroscados,
imaginé bóvedas celestiales,
bebí del manantial de los dioses.
Las tinieblas y las luces
viven del sesgo y de la
armonía,
de la crueldad y la zozobra.
La carne modelada se recrea entre la tibieza y el furor,
entre la destreza incesante
y la poesía oculta.
Si el recuerdo me falta
algún día,
espero que la ciudad
del otro nombre del amor guarde para mí
un resquicio entre sus
piedras sabias e imperfectas.
JulioElpuente