edifico nubes de melancolía.
El sayón infinito que viste mi condena, es tan precioso como preciso.
Froto mis manos frente al sol y todo lo ruin parece ahora más alegórico, más incierto.
Todo ese tráfico invisible, inaudible, me recuerda el trasiego de las almas en el tártaro.
Lo imprescindible nunca es lo más cercano, lo banal es un regalo tan inservible como procaz.
JulioElpuente