Desabotono tu corazón y su resplandor me enternece, por eso me atrevo a pedirte:
Préstame tu indulgencia, porque mi canción sabe a derrota entre tus manos.
Renueva el mobiliario de ese rinconcito nuestro, atestado de nenúfares y amapolas, pero yermo en lo inesperado.
Haz un corte de mangas al destino y, después, a solas con el atardecer, reparte esta poesía de árbol y vida, de otoño y raíces, entre tus amores.
Y nunca, nunca más, riegues con ese líquido salobre que exhala tu alma, esos ojos plácidos de luna llena.
Nadie puede enseñarte a vivir, nadie puede enseñarte a amar.
JulioElpuente