Sus manos me atan a
la luz,
su voz, de esponja
mágica, adorna mis sienes
antiguas.
Mi pecho, su lecho,
mi corazón, su sonrisa,
mi alma, su halo.
Vuela el aliento de mis
carnes para que ella sepa
del mar,
del sol iracundo,
de la flor misteriosa,
de la oquedad del viento,
del mordisco suave,
sin veneno.
Alguien inventó una frescura
suave para su rostro
inédito,
alguien escogió un trozo
de universo para cincelar
su alegría.
JulioElpuente