Demasiado amor te
puede matar.
Su pena no era la
nuestra.
Aquellos sollozos,
aquellas heridas,
aquella nostalgia, no
eran de este mundo.
Su pesar estaba libre
de cualquier reproche.
El peso que soportaba
su juventud era
infinito, como el de
la muerte, como el del
olvido.
Él sólo le
obsequió con su alma,
y, cuando se marchó,
se llevó consigo aquella
brisa cálida y suave.
JulioElpuente