calidez todas mis delicias,
quiero deshacerme entre
tus manos, esas que están
libres de tormento y de
ideología.
La mordaza que ahoga mis
instintos se despedaza ante
tu mirada de miel salvaje,
despiadada y dionisíaca.
Lo que nunca supe decirte
se condensa en una palabra
sencilla y honesta, una
palabra que no necesita nombre porque es principio y final, destino y armonía.
Dejaré que mis pupilas se alimenten de tu luz, de tu
densidad urdida por los dioses,
de tu belleza, sólo comparable a la dignidad y a la brisa de un mar dormido.
JulioElpuente