Ese mundo recibirá todo
el calor,
todo el color,
todo el fervor,
todo el amor.
Cualquier otro mundo vivirá
en una cordillera sin viento,
sin brisa,
sin humedad,
sin risa.
Y ese mundo recogerá
los restos inusitados y famélicos
de la noche que no fue,
y los convertirá en día,
en ilusión,
en alegre vino,
en pasión.
Y al fin, un mundo donde
todo surja de vientres
placenteros,
de pequeños labios,
de grandes miradas,
de inmensos abrazos.
JulioElpuente