Despertar entre grandes
suspiros y enormes sonrisas,
celebrar la dicha inesperada,
cubrir el cráter de la inocencia
con las manos repletas de
besos.
Arranco flores sin tocarlas y
luego, después de llorar sobre
sus pétalos, las devuelvo a
su hogar, a su preciosa
morada.
Da igual el brindis, lo
importante es que nos
encuentre con los huesos
entrelazados, con los
labios heridos por la
pasión, con los ojos henchidos
de placer.
El olor a menta me recuerda
la vieja nación dormida,
aquella que despertaste
con tu intuición de mujer
invisible, con tu tatuaje
hecho de piel y dulzura.
JulioElpuente