Me alimento de cruel
rutina.
No sufro porque
invento sueños.
Mis manos alardean
de su inverosímil negrura.
Sé que mi destino será
tan dúctil como efímero.
Aún así, a solas con
mi pecho, añoro lo
no vivido,
increpo a lo que en mí
hay de inmortal.
Cenaré versos y rosas.
Rodearé, con brazos
de un cuerpo antiguo,
a quien desgrana los
verbos y las prosas.
JulioElpuente