la fragancia indomable,
la belleza insolente.
Te acercas a mi espalda,
me rodeas con tus
brazos y me besas
con esa dulzura innata,
con ese don heredado
del viento y del sol.
Hablamos como sólo
pueden hablar los enamorados,
como sólo pueden hablar
los elegidos por el temblor
y la sangre.
Lloramos y reímos,
y nos arrojamos mutuamente
nuestras almas desnudas,
nuestros futuros amaneceres.
Nuestras pieles se buscan como animales salvajes,
nuestros labios son partes
de un todo insaciable.
Tenemos que discernir entre
nuestro bien y la desdicha
de los demás,
entre los borbotones de
nuestros corazones y
la oquedad del pasado.
JulioElpuente