Los recuerdos son dedos de
plata acariciando mis mejillas,
restos de nácar resbalando
por mi vientre.
Veo a lo lejos tu estela cálida,
amigo viento, te escucho como
si escuchara respirar a mi
encogido corazón,
como si tú fueras el principio
y el final de una noche épica.
Mis versos han sido elegidos
por la realidad;
ya no hay monstruos
en mis sueños,
ahora la pirotecnia de tus ojos ilumina las paredes de mi piel,
ningún ayer maltratará mi
inquebrantable voluntad.
Quizá me reconcilie con el mañana,
con los errores que están por llegar.
Conseguiré escribir
canciones de amor,
poemas de almas desnudas,
historias de azufre y algodón.
JulioElpuente