Pongámosle un nombre
a esta patria, por ejemplo: quizás.
Hagamos de nuestro
invierno un junio titánico.
Tu voz era un regalo
precioso, incluso antes
de envolverlo con tu risa,
de cocinarlo con tu fuego.
Puedo ser el asesino de tu lágrima,
el depredador de tus escalofríos,
el huésped de tus labios.
Recitaremos desnudos un verso,
una profecia, una dulce letanía,
una canción increíble, un discurso
de lenguas devoradoras.
Te obsequiaré con un ramillete
de locuras, exhibiré para ti
algunos escorzos magistrales,
te obsevaré desde una nube
de trazos somnolientos.
JulioElpuente