Háblame de almas
invencibles;
háblame de la tuya,
de su color.
Desnuda mi verbo ardiente.
Retoma conmigo el camino
de los recodos dichosos.
Pueblo tu hendidura con
el aceite de mi orgullo.
Leo como un ciego
en el libro de tu piel.
Soy el resto de una caricia
olvidada, el jamás de una
noche insomne.
El dios Saturno me invitará
a morir en el rojo de tus
ilustres labios.
Imitarán nuestra sonrisa
los amaneceres indecisos,
los atardeceres plagiados.
JulioElpuente