rendido a la molicie y
creando con mi dedo juguetón,
una autopista de plácidos
domingos entre tus deliciosos
lunares.
Tu mano silenciosa, negligente,
planea sobre mi cabeza,
aterriza y despega constantemente,
en esta pista de espigas blancas.
Mis ojos, impertinentes,
otean toda tu diversidad,
toda la geografía de una
locura impuesta por
el corazón.
Tu beldad y tu armonía singular,
tu elegancia y tu destreza
sin par,
tu voz versátil y tu nítida presencia
vestirán con piel sincera,
mi innegable osadía.
JulioElpuente.