de sus noches y de sus abrazos,
de sus días inolvidables y de sus besos imposibles.
Las canciones románticas nos dejaron absortos,
abocados a una lujuria histriónica,
a una demencia desmedida.
Si pienso en tu calor
no es por temor;
es por necesidad,
es porque añoro esa cadena
meliflua,
ese resplandor antológico.
Te desearé aunque viva dentro de ti,
aunque muera dentro de tus ojos,
aunque mi sangre hierva por
ti.
Saludo a esta primavera
locuaz,
a esta primavera nacida de
tus labios,
a esta primavera que florece
detrás de tu sonrisa.
JulioElpuente