y lo has hecho para quedarte, estoy seguro.
Tus susurros, cándidos y encendidos,
han aniquilado mi fe impía,
han enterrado los pocos sinsabores que recordaba.
Ningún amanecer será ya lo suficientemente febril,
todos los anocheres serán
un clamor de esperanza,
una punzada deliciosa.
Tu sonrisa franca,
tu rostro iluminado,
tu intuitiva comprensión,
alfombrarán nuestro camino.
Márcame en el pecho tus
labios plisados de lluvia y
viento,
de loba febril y arrebatada.
JulioElpuente
