Las mejillas contienen el
color del aire, aquel con el
que se despierta el día.
El sueño que nunca
llegaba, flotará, ahora sí,
entre las piernas anquilosadas
por el temblor,
por la cruel espera que todo
lo embota, que todo lo
reprime.
Y mientras ese sueño se hace
piel y la piel se convierte en
verso, los besos que se desean
como un cielo sin mácula,
detendrán la máquina
perfecta y asesinarán todo el
dolor que la espera dejó.
La calidez llegará cualquier
anochecer y se instalará
entre los abrazos,
los besos y las canciones.
JulioElpuente