Lo extraño del placer y la cordura,
lo simple del desvarío
y el desenfreno.
Juego con mis dedos
donde acaba tu espalda.
Me alimento de tu sonrisa y tu mohín.
Vivo estupefacto por el
cariño de una diosa,
una diosa a la que
adeudo lo vivido y lo pretérito.
Hazme vivir para que no
muera, o moriré por
no haberte sentido y
sentiré por haberte perdido.
Nanas de la tempestad incierta.
Versos de quien no cesa.
Olores que siembran
promesas de amor.
Desayuno futuro e hilaridad.
Presiento que la doliente
acritud será algo oloroso,
incipiente, desechable.
JulioElpuente