Tu verbo, heredero de la tragedia y la templanza, se erigía como una pétrea insinuación.
El calor de tu risa, el color de tu delicadeza eran la amalgama perfecta para la pasión y el placer.
Fuimos, seremos, aquello que nadie quiere olvidar, aquello que todos ansían comprender.
No equivoqué mi rumbo,
no desvíe mi mirada,
simplemente, no estabas tú.
JulioElpuente