La bóveda de esta nación inhóspita filtra rayos de un sol
desnudo, un sol de acuarela y oro.
Los arrabales, de oscuros adoquines, nos enseñan sus costuras medievales, sus rostros afilados.
No busques pánico en mis labios ni en mis recuerdos,
se perdieron en un atardecer frío y silencioso.
Los días venideros alumbrarán las nuevas avenidas, esas que nacerán de nobles esfuerzos, de literatura y de sudor.
JulioElpuente