Escucho la canción que un
día fue parte de mi piel,
que creció junto a mis huesos,
que durmió enroscada a mi
lecho.
Esa canción golpea estómagos
licenciosos, restrega ojos
tristres y lejanos, porque su letra
desmenuza todas las vidas,
nos da lecciones de amor y honor,
porque está parida desde el
dolor y la tragedia.
Ella te hablará de mí como
solo el alma puede hablar;
con el pellizco insolente y
la blasfemia ardiente.
Si quieres escucharla,
acércate a mi pecho,
posa tu rosa carmesí
(esa que sabe de escalofríos
y reyertas) sobre él y todos
mis mundos serán tuyos,
todas mis historías tendrán
sugnificado.
JulioElpuente